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el colador

Prefiero las cataratas del Iguazú

 

 

 

 

Estoy acostada en la camilla del quirófano, plenamente consciente.

El cirujano y su equipo se preparan para la intervención.

Ayudante 1 (A1): -Bueno, a ver si terminamos rápido con esta, que bastante tiempo nos hizo perder ya.

Ayudante 2 (A2): -Pero nosotros sabemos que esto nos pasa por meternos con esta clase de gente…

Médico Cirujano (MC): -¡Basta! Esta mano vino así y hay que jugarla como viene. Ya sabemos: las prepagas tienen todo tipo de niveles sociales entre sus afiliados y tenemos que remarla con esa realidad.

Auxiliar Quirúrgica (AQ): -Es cierto. Pero a veces, es como remar en petróleo.

Cardiólogo (C): -Bueno, ¡vamos a trabajar!

 

Los cinco entran en el quirófano desplegando sonrisas, y me saludan animadamente por mi nombre de pila mientras me rodean. El cardiólogo se mantiene algo alejado. Desde allí observará toda la intervención con el monitor.

El Ayudante 1 comienza a explicarme, paso a paso, lo que el cirujano hace.

-Ahora te colocaremos un aparato que te va a impedir pestañar. Como en “La naranja mecánica”, je, je... ¿te acordás? Y luego, el doctor te pone unas gotas anestésicas…

A 2: -Pocas, claro. No vamos a desperdiciar producto en vos. Si te duele un poco, te la bancás.

AQ: -Ahora, encenderemos gradualmente la luz necesaria como para que el doctor pueda operar con seguridad. Si evaluamos que usted la soporta, procedemos a intervenir. Si no, tal como le explicamos en el documento que usted firmó de conformidad ¿se acuerda?, tendremos que colocarle una inyección anestésica…

A1: -¡Sí! ¡El documento! ¿Te acordás que dice que unos de los riesgos posibles es que con esta inyección te perforemos el ojo? Nunca nos ha pasado eso… hasta ahora. Claro, siempre operamos a gente que confió en nosotros sin reparos. Así, la motivación del equipo es otra…

MC: -Muy bien, querida. Tranquila. Ya le aplico la inyección. ¡Listo! La felicito. Siga así, relajada, que esto será muy breve.

 

 Me sorprende ver las manos del doctor moviéndose sobre mi ojo, que me haya puesto una inyección, oír el suave murmullo como de raspajes y maniobras delicadas de instrumental, pero no sentir dolor. También me asombra poder conservar la calma a pesar de la actitud agresiva de los ayudantes sin que el cirujano les llame la atención. Yo temía que algo así pudiese ocurrir, paro jamás me atreví a imaginar semejante hostilidad. Al fin y al cabo, estoy muy condicionada a pensar que son médicos, profesionales del cuidado de la salud preocupados por el paciente.

 

AQ: -Bueno, todo se está desarrollando muy bien. Ahora no se asuste: se va a quedar a oscuras, pero solo por unos segundos. Repito: no se asuste. No es ceguera, sino falta de visión instantánea.

 

Todo se pone brutalmente negro. No veo. Siento muchas ganas de llorar y aprieto la mano de alguien que está a mi lado.

 

A2: -¡Ah, no! ¡Nada de llorar ahora! ¡Solo falta que nos embarres la cancha y se demore la operación! ¡Y soltame la mano, que no me gusta sentir tu transpiración!

M: -Vamos, querida, no afloje ni se asuste que ya le dijimos que esto es instantáneo. Ya mismo le coloco la lente.

A2: -¡Je, je! ¡Eso! La lente…  Merecerías que te colocáramos un cacho de vidrio en el ojo, total, estamos cubiertos por todos los costados con el informativo de calamidades que te pueden suceder en la operación. Decí que tenés suerte, que al fin y al cabo… ¡somos médicos!

A1: -Bueno, llegó el momento de la verdad, de la luz, en todo el sentido de la metáfora. Ahora vamos a ver si tanto joder te sirvió para algo.

 

¡Veo! ¡Súbitamente, veo! Se me cierra la garganta, siento desesperación por llorar a los gritos, y el esfuerzo por contenerme me produce más ahogo aún.

 

AQ: -¡Bravo! Siga portándose así de bien, que ya casi terminamos exitosamente.

A1: -¡Exitosamente para esta poligrilla querrás decir! ¡Debería besarnos los pies para agradecernos!

A2 (dirigiéndose a mí): - ¡Hay que ser miserable! Como si no supieras. Como si a tu edad y con tanta experiencia como paciente en tu haber, no conocieras cómo son estas cosas, cómo funcionan.

MC: -Bueno, querida, ¡ya está! Hemos terminado muy bien. Descanse unos minutitos que luego la vamos a ayudar a sentarse, lentamente.

AQ: -Voy a avisarle a su marido que todo ha salido perfectamente.

A1: -¿A ese turro le vas a avisar? ¿A ese que vino con su mejor cara de pelotudo a decirnos que iba a comunicarle a la prepaga el problema?

AQ: -Su marido está muy contento y la espera afuera.

MC: -Ahora, tome mi mano y se va a ir sentando muy lentamente.

 

Me siento. Sigo viendo con bastante claridad. Me parece que tuviera granitos de arena en el ojo, ganas de rascarlo aunque sé que no debo hacerlo. Creo que se oyen los latidos de mi corazón. Siento alivio, regocijo, me esfuerzo por no llorar. El médico termina de cubrir el ojo con una protección. Me da las últimas instrucciones. El cardiólogo se acerca. Me despide cordialmente, igual que el cirujano y la auxiliar quirúrgica. Los asistentes ya se retiraron sin siquiera saludarme, cosa que agradezco, porque haber fingido cortesía después de sus agresiones me hubiese costado demasiado.

 

Con mi marido nos abrazamos emocionados. Le pregunto:

-¿Hace mucho que salieron los ayudantes del médico del quirófano?

Mi marido: -¿Qué auxiliares? En la sala de operaciones solo estuvieron el cardiólogo, el cirujano y su secretaria, la jodida esa que nos puso tantos obstáculos porque conseguimos la lente por nuestra cuenta, con factura, garantía y a la mitad del precio que pretendían cobrarnos ellos en negro. ¡Y encima se chivó cuando le dije que yo iba a comentar el tema en la prepaga! ¡Nos despreció como a unos pobretones pero bien que se la tuvo que comer, manga de chorros! Pero, vos… ¿por qué ayudantes me preguntás?

 

 

2 comentarios

Elvira -

Marisa como de costumbre muy bueno, con ese enfoque tragicómico, más trágico que cómico, que nos hace esbozar una pequeña sonrisa y a la vez nos deja un gusto amargo por dejar al descubierto una realidad que se oculta muy bien bajo apariencias de seriedad y profesionalismo, pero que sabemos muy bien que existe y que nos hace tanto mal.

Ada -

¡Nuevamente, desopilante! Es tan real y tan angustiante que fui leyendo rápido esperando que luego dijeras que fue un sueño!
Uno siempre tiene miedo de hacer algo por sus derechos, como el tema del reclamo de ustedes a la prepaga.. pero hay que hacerlo!!!